“Cuando me dijeron: Roberto, se creó el Comité de Defensa para la Paz, ¿te interesaría participar? ¡Respondí que de inmediato! Fue así que el 8 de octubre de 1973 mi vida cambió en menos de 8 horas. Desde ese momento hasta hoy, yo no he cambiado nada, sigo con la misma rabia por las desapariciones, las dictaduras, la tortura, no puedo liberarme de eso y no pienso liberarme tampoco”. Estas palabras son testimonio del legado que deja Roberto Garretón en la defensa de la verdad, la justicia, la memoria y los derechos humanos.
El 11 de septiembre de 1973, Roberto Garretón trabajaba en la Empresa de Agua Potable y ante el golpe de Estado se transformó en un abogado penalista, un giro en su carrera profesional que cambió su vida y salvó la de muchas personas reprimidas por la dictadura. Roberto, junto a otros abogados y abogadas, inició la lucha en tribunales por la defensa y respeto de los derechos humanos y junto con eso, caminó de la mano con familiares que buscaban conocer el paradero de sus seres queridos, luchó por la libertad de prisioneros y prisioneras políticas, compartiendo el dolor y también la esperanza.
Años más tarde, y tras la detención del dictador en Londres, presentó una declaración jurada dirigida a la Cámara de los Lores que debían decidir la apelación del recurso de habeas corpus deducido por el procesado Augusto Pinochet. Asimismo, redactó informes ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y actuó como abogado en exhortos a jueces franceses que permitieran el juzgamiento de Pinochet en Francia.
Su trayectoria ha marcado hitos en el mundo de los derechos humanos a nivel nacional e internacional, desarrollando un trabajo vinculado con más de 60 países. Roberto fue vicepresidente de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, participó en la Misión de Observadores de Naciones Unidas en El Salvador ONUSAL, fue representante para América Latina y El Caribe de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, integrante del Comité Asesor sobre la Prevención del Genocidio, mientras Kofi Annan fue secretario general de Naciones Unidas, testigo en la Corte Penal Internacional contra Tomás Lubanga Dyilo, condenado por crímenes de guerra y reclutamiento de niños, y también testigo en juicio contra Bosco Ntangada, declarado culpable de 18 cargos de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia de Ituri en Ruanda.
En Chile fue reconocido con la Medalla Rectoral, la máxima distinción que la Universidad de Chile otorga a sus egresados y el Instituto Nacional de Derechos Humanos le concedió el Premio Nacional de Derechos Humanos, un reconocimiento a quien o quienes se hayan destacado en la promoción de una memoria histórica sana y en la protección y defensa de los derechos humanos en Chile.
Que duda cabe, Roberto Garretón, fue un incansable luchador por la verdad y la justicia, que logró modificaciones legales que castigan a los perpetradores de crímenes de lesa humanidad, pero por sobre todo, para quienes vivieron la represión, un amigo, un compañero que alzó la voz cuando lo necesitábamos. Por ello, como Asociación por la Memoria y Derechos Humanos Colonia Dignidad expresamos nuestro más sentido pésame a la familia y a quienes lo acompañaron en su travesía por la defensa de las víctimas del terrorismo de Estado. Nos quedamos con su legado lleno de valentía, compromiso y esperanza.
Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos Colonia Dignidad
27 de diciembre 2021
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